En el 29 de camino al Estadio River Plate al encuentro con Paul McCartney, una señora canosa que llevaba puesta una remera gastada de The Beatles y una riñonera de corderoy me preguntó dónde bajarse del colectivo para llegar a la entrada de campo delantero. Como íbamos en la misma dirección, caminamos juntas hasta la fila en la tarde calurosa de primavera que ese sábado nos regalaba Buenos Aires.
Y ese fue un anticipo de la regla que se confirmó al entrar, todas las generaciones convivieron en este show legendario: padres, abuelos e hijos se congregaron para compartir juntos, son pocos los artistas que logran ese efecto de permanencia en el tiempo y de transversalidad generacional. También se hacían notar las tonadas cordobesas y correntinas entre el público, debido a que muchos decidieron viajar para vivir este encuentro en Buenos Aires, a pesar de que Paul se presentará también en Córdoba, en el Estadio Mario Alberto Kempes; una verdadera rareza para los artistas internacionales que visitan nuestro país.
La apertura estuvo a cargo de Luz Gaggi ―logró su salto a la fama tras su participación en La Voz Argentina en 2021 con tan solo 18 años― quien cautivó con su gran caudal de voz al público que esperaba ansioso por el Sir. No intentó esconder la emoción que le generaba tener el honor de telonear a uno de los artistas más importantes del mundo y le agradeció por la oportunidad. Luz nos compartió algunas de las canciones de su disco debut Altar (2023).
Una de las piezas fundamentales de su espectáculo fue la puesta en escena
La ansiedad ya estaba llegando a su límite y todavía faltaba un opening más, se trató de DJ Chris Holmes que acompaña a Paul en la gira. Amortiguó la espera haciéndonos cantar temas beatleros que no formarían parte del setlist como ‘Lucy in the Sky with Diamonds’ y ‘Revolution’. Con la amplía discografía de su grupo de origen, más la de The Wings y la correspondiente a su etapa solista, necesitaríamos una serie de conciertos semanales para cubrir todo ese espectro (nota para el universo por si está buscando ideas).
Cerca de las 21:00 las pantallas laterales empezaron a proyectar lo que parecía ser una línea de tiempo a todo color, llena de fotos de los hitos de la carrera del grupo de Liverpool, pasando por todos sus looks. Al finalizar llegaba a la etapa solista de McCartney y el flyer de la gira cerraba el recorrido anunciando que llegó el momento. Las luces se apagaron y los gritos liberaron la euforia contenida de una espera que llevaba años desde su última visita en 2019 y ese día comenzó desde muy temprano en las inmediaciones del estadio. Se escucharon los primeros acordes de ‘Can’t Buy Me Love’ y River se vino abajo. “Buenas noches Buenos Aires” exclamó Paul dándonos la bienvenida en un español que practicó a lo largo de toda la noche.

Una de las piezas fundamentales de su espectáculo fue la puesta en escena. La parrilla de luces era móvil, bajaba y subía para generar distintos climas y la pantalla dividida en dos grandes bloques cambiaba de posición proyectando visuales que proponían un viaje distinto para cada canción. El resultado fue una sensación de constante movimiento, una performance dinámica que buscaba sorprender al espectador y aportar un valor agregado. ‘Blackbird’ generó uno de los momentos más especiales cuando Paul se ubicó en una plataforma que lo elevó a más de 6 metros de altura, tras el despliegue de una gran pantalla que mostraba al famoso pájaro paseando por toda la estructura.
La voz de Lennon que salía por los parlantes llegó hasta el centro de nuestros corazones melancólicos
Cada sentimiento tuvo su momento de esplendor. La nostalgia fue la clara comandante de este barco, la añoranza de otros tiempos estuvo flotando en el aire desde el comienzo con ‘Let Me Roll It’ dedicada a Jimi Hendrix. Luego llegaría ‘Here Today’ en honor al gran John Lennon, quien también fue recordado especialmente durante ‘I’ve Got a Feeling’, donde Paul cantó a dúo con la voz de Lennon que salía por los parlantes en directo desde el famoso rooftop ―escena que podemos ver en la serie Get Back (2021)― y llegó hasta el centro de nuestros corazones melancólicos, que hubiesen elegido nacer algunas décadas atrás para presenciarlo en vivo.
‘Something’ hizo lo propio trayendo a George Harrison de lleno en las visuales, que tuvo un comienzo acústico en ukelele por Paul al que luego se sumó la banda. Finalmente, ‘Now and Then’ terminó de cerrar esta seguidilla de recuerdos, dándole vida a la “última” canción de The Beatles creada con inteligencia artificial, mientras el video oficial se reproducía en las pantallas del estadio.
Unas palabras de sabiduría que siempre está bueno tener a mano: Déjalo ser
La risa llegó con el baile de Abe Laboriel Jr (batería) en el comienzo de ‘Dance Tonight’, haciéndole honor al título, mientras esperaba que su turno de tocar. Después llegaría la pasión por los clásicos como ‘Love Me Do’ y ‘Lady Madonna’ y por supuesto, el amor, representado por ‘Maybe I’m Amazed’ y ‘My Valentine’, este último dedicado a su esposa Nancy Shevell que se encontraba en la audiencia.
La euforia se hizo presente con uno de los pogos más álgidos de la noche en ‘Live and Let Die’, que fue acompañado de fuegos artificiales y llamaradas. Y finalmente, la emoción, todos los caminos conducen a ella. ‘Let It Be’ la representa muy bien, un himno indeleble que forma parte del imaginario musical de la mayoría de las personas. Nos trae unas palabras de sabiduría que siempre está bueno tener a mano: Déjalo ser.
El surrealismo lo invadió todo cuando empezaron a sonar los primeros acordes de ‘Hey Jude’, como sacado de una película donde todos los personajes se unen en una gran canción de cierre, entonamos cada estrofa al unísono. River se tiñó de blanco por los carteles que mostraban un corazón albiceleste para sorprenderlo, y lo lograron. Al terminar, Paul salió de cuadro y volvió flameando una gran bandera argentina y uno de sus músicos la bandera de la comunidad LGTBQ+, el detalle fue que decidió no sumar la de su país de origen (Inglaterra) como sí lo hizo en su presentación anterior en Uruguay, para evitar malestares.
El show llegaba a su final luego de 37 temas y pasando las 3 horas de duración por parte del legendario músico de 82 años que parece no responder a su edad. Antes de irse, una última joyita en el encore: un enganchado inesperado entre ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’ y ‘Helter Skelter’ que recordaremos hasta su próxima visita, si cumple la promesa lanzada: “Nos vemos la próxima”.